JORNADA HOMENAJE EN MEMORIA DEL DR. GUSTAVO APESTEGUÍA – IDAA – CAP –

EL DERECHO AGRARIO Y EL PRINCIPIO DEL DESARROLLO SOSTENIBLE

Pergamino, 10 de Junio de 2022.-

Federico Iribarren y Juan Carlos Acuña

Destaco al IDAA PERG y el CAP pues es el único instituto que conjuga lo agrario y lo ambiental de los 18 colegios de abogados departamentales boanerenses sin menoscabar la labor de institutos de derecho ambiental que incorporan la cuestión agraria como el caso del colegio de abogados Bahía Blanca.

Por Juan Carlos Acuña

El derecho agrario es mas que el derecho de la agricultura – siguiendo al profesor Carrozza podemos decir que “ la actividad agraria consiste en el desarrollo de un ciclo biológico vegetal o animal ligado directamente e indirectamente al disfrute de la fuerza y de los recursos naturales y que se resuelve en la obtención de frutos, vegetales o animales, destinados al consumo humano directo o mediante previa una o múltiples transformaciones” de allí la incumbencia del derecho agrario MODERNO de abordar las cuestiones agroambientales en sentido amplio que hacen a la inocuidad, calidad nutritiva, seguridad alimentaria. Estos objetivos pueden advertirse desde las primeras normas jurídicas conocidas en la historia de la humanidad: El código de Hammurabi del año 2000 a.c. donde no sólo reglamentaba cuestiones agrícolas, sino también el comercio, pautas de precios en granos o en moneda, los mercaderes y su rol en la entrega de semillas para siembra, la contaminación de aguas de regadíos y para consumo humano, la inocuidad de alimentos por el conocimiento de la época como la de castigar quien elaborara cerveza “mala”.

¿La Sostenibilidad es un metaconcepto?: Así lo considero pues es un concepto complejo que puede integrar, a su vez, otras acepciones y conceptos posibles respecto al mismo valor o significado de una idea, originado por un multidimensional enfoque (ambiental, social, económico) en frecuente conflicto porque responden a distintas lógicas del pensamiento y del razonamiento y su verificación empírica.

¿El ordenamiento jurídico positivo es disfuncional?: Concebido el sistema jurídico como un orden normativo a través de normas regulatorias de las conductas interindividuales entre sí y de los individuos con el Estado. Es una creación humana. El problema es cuando en los últimos 30 años se inicia un proceso de regulación de las relaciones del individuo con la naturaleza que tiene sus propias leyes de ciclos biológicos y procesos naturales que escapan al control y regulación humana en forma completa; creo hay cierta arrogancia humana cuando se habla de “gobernanza climática” frente al calentamiento global cuando sólo puede incidir, a través de los órdenes jurídicos, en las causas de origen antropogénico. – La evolución de la agenda ambiental crea muchas veces desconcierto cuando recurrimos al sistema jurídico normativo vigente, con leyes sancionadas en distintas épocas históricas y que reflejan conceptos mudables de orden público, así conviven en el sistema leyes que promueven la intensificar la productividad  y por otra leyes que la enervan, un ejemplo son la actual evaluación de un proyecto de humedales sobre superficies antropizadas y modificadas, en un proceso de 100, años mediante normas jurídicas y técnicas para el ordenamiento hídrico a través de modificaciones a cursos naturales de aguas, construcciones de canales hidráulicos, obras de trasferencia de cuencas para mitigar impactos en los suelos de producción agraria o de sectores urbanos dejándonos en el campo de la DISFUNCIONALIDAD O AL MENOS AMBIGÜEDAD NORMATIVA.

¿Estamos frente a un concepto paralógico?: En el campo de la filosofía del derecho y lenguaje aplicado podríamos decir que estaríamos en presencia de un paralogismo, (Carlos Vaz Ferreira 1910) término que hace referencia a un razonamiento o argumento erróneo (lo que lo distingue del “sofismo o falacia”). Un paralogismo, de este modo, surge a partir de un error al razonar y concatenar una relación lógica entre producción y seguridad alimentaria bajo un concepto multidimensional. No hay una mala intención ni una intención de engaño, sino que es producto de una equivocación o defectuoso enlace entre pensamiento abstracto y empirismo, la dificultad de establecer un concepto unívoco surgiría del origen multidimensional de enfoques ambiental, social y económico que se desarrollan bajo lógicas y razonamientos diferentes y por ello puede suceder que lo que puede ser sostenible económica y socialmente pueda ser insostenible ambientalmente o viceversa.

La relación lógica entre producción agraria, la sostenibilidad ambiental  y la seguridad alimentaria. ¿Está en crisis?. Los datos de organismos internacionales dan cuenta que el 95% de los alimentos proceden de la producción de los suelos agrarios que son inelásticos, los suelos agrarios disponibles están en el orden del 3% del planeta y del 9% de la superficie continental; en tanto la población se multiplica a tasas exponenciales, en 400 años se habría incrementado en un 1500% – De hecho a mitad de la primera década de este siglo se proyectaba una población de 9000 millones de hab para 2050, en este año se estima  7500 millones lo que hace revisar proyecciones para 2050 entre 11 y 11500 millones. Hay corrientes del pensamiento que promueven la producción siguiendo los procesos biológicos, una de ellas es la agroecología, sin duda proveen al cuidado de los recursos naturales y que el humano se adapte a los ciclos y ritmos biológicos naturales de regeneración, el problema surge en que la producción por unidad de superficie, por la tecnología hoy conocida, siempre será menor y la producción global no será incremental para la seguridad alimentaria sin avanzar sobre tierras hoy no cultivables o ocupada por bosques o áreas protegidas, aquí colisionan la ciencia, la tecnología, la ideología, la socioeconomía. Es bueno indicar que todas ellas son de necesaria consideración y no excluibles ipso facto de cualquier análisis jusagrarista.

Sin duda la humanidad transita una encrucijada, un dilema en un escenario de tensiones ideológicas de percepciones y realidades, Un razonamiento elemental y una aritmética simple son suficientes para advertir que el ambiente se deteriora y que los recursos naturales se agotan, y que, mientras eso ocurre, necesitamos cada vez más alimentos para satisfacer la demanda de una población humana que se multiplica a tasas preocupantes. En paralelo emergen por un lado pensamientos e ideas de un ecologismo radical extremo de volver a un estado de naturaleza prístina, de impugnación al sistema capitalista, de rechazo a la agrobiotecnología moderna; en su opuesto un productivismo industrial extremo donde lo ambiental es considerado secundario, ¿dónde está el punto de equilibrio?. Los organismos internacionales han progresado y madurado a través de acuerdos, tratados, convenios, directrices para los estados miembros hacia una nueva concepción aspirando a la construcción de un punto de equilibrio: el ambientalismo que contempla la variables de recursos naturales y ambientales en el desarrollo que han denominado sostenible adaptándolo a un sistema capitalista sea privado o estatal para acompañar la adecuación de la producción a la demanda alimentaria global en expansivo crecimiento. Estas cuestiones que aflige a la humanidad no son nuevos… ya habían sido advertidos por Malthus con la publicación de su ensayo sobre la población de 1798 con su fórmula de que la producción de los alimentos crece aritméticamente y la población crece geométricamente. Este preocupación surge nuevamente con Meadows-Randers- Meadows con su documento “los límites del crecimiento” encargado por el llamado club de roma que influyó en la conferencia ONU Estocolmo de 1972, el nacimiento del PNUMA y el primer concepto de “ecodesarrollo” (Maurice Strong del Programa de las Naciones Unidas) para el Desarrollo (PNUMA), trasladando una visión desde el antropocentrismo al ecocentrismo en alguna medida recogida por la carta de la naturaleza de 1982, esta tendencia sufrió reparos y cuestionamientos desde la economía, la ciencia y la tecnología a lo que muchos indicaban como el inicio de “crecimiento 0”; el informe Bruntland de 1987 buscando equilibrio impulsa el concepto de “desarrollo duradero” que en 1992 alumbró la concepción de desarrollo sustentable o sostenible si bien el término ya había sido concebido

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